martes, 31 de octubre de 2023

Libro: Hernán Rivera Letelier - Santa María de las flores negras


“Soy el obrero pampino / por el burgués explotado; / soy el paria abandonado / que lucha por su destino; / soy el que labró el camino / de su propio deshonor / regando con sudor / estas pampas desoladas; / soy la flor negra y callada / que crece con su dolor…” 

El martes 10 de diciembre de 1907 se declara la huelga general de los trabajadores de la oficina salitrera de San Lorenzo y Olegario Santana al ir a su lugar de trabajo en las calicheras conoce ahí mismo la noticia del inicio de la paralización. A mitad de la marcha agrupando huelguistas de los calicheros que comenzaron la jornada, Olegario Santana se encuentra con dos de los pocos amigos que tiene en San Lorenzo. El barretero Domingo Dominguez, que es casi el único que lo visita en su casa de vez en cuando, y José Pintor, un carretero conocido entre los sanlorencinos como un ácrata crónico, “de esos que leen el diario en la mesa” como dicen los viejos en la pampa.

Eran muchos los reclamos de los trabajadores del salitre. El cambio de la libra a ocho peniques habían rebajado el sueldo en casi un cincuenta por ciento, mientras que en las pulperías, de propiedad de los mismos oficineros, el precio de los artículos había subido al doble. Se unieron a la huelga seis oficinas: Santa Lucia, La Perla, San Agustin, Esmeralda, Santa Clara y Santa Ana. Se totalizaron entre ellas dos mil obreros comprometidos. Se sienten inflamados de orgullo. de un día para otro, nuestro movimiento de reivindicación proletaria tomaba una fuerza inesperada, se convertía en uno de esos gigantescos remolinos de arena que diariamente cruzan las llanuras pampinas. Era por fin la unión de los trabajadores salitreros que esperaban y soñaban desde hacía años. 

Piden el cambio de la libra a dieciocho peniques, la abolición de las fichas, reclamos contra los pulperos, los que demandan libertad de comercio en las oficinas, protección en los cachuchos, más médicos en los cantones y escuela para sus hijos. Marchan seis horas siguiendo la vía del tren a entregar sus semanas a alguna autoridad del gobierno en el pueblo de  Alto de San Antonio.

Los huelguistas llegaban de los cuatro puntos de la pampa, no sólo del cantón de San Antonio. Eran ya cinco mil personas aglomeradas en las calles del pueblo, avivando la huelga. Hombres de distintas razas y nacionalidades. Operarios de la pampa unidos como un solo pueblo, como un solo hombre, luchando en contra del mismo y común enemigo: los rapaces oficineros que los explotaban sin escrúpulo ni moral alguna, y , por supuesto, sin ningún control del Estado.

Solo el diez por ciento de los niños de la pampa tiene posibilidad de matrícula en una escuela. A los obreros les descuentan un peso del sueldo por el derecho a un médico que ven tarde, mal y nunca en el dispensario de la oficina, pues apenas existen cuatro médicos para casi sesenta mil almas que viven y trabajan en la pampa de Tarapacá.

Es ahí que Olegario Santana y sus amigos conocen a  Gregoria Becerra; Liria Maria e Idilio Montano, que formarán un nexo de amor inquebrantable en toda la novela. Un puñado de obrero de la oficina de San Lorenzo mendigando un aumento de salario al gringo, sino que de la noche a la mañana, conformando una gran masa de gente soñadora, nos habíamos convertido en una especie de ejército salitrero libertador, en una épica y desarrapada caravana de hombres, mujeres y niños que caminaban ochenta kilómetros por la pampa de uno de los parajes las inclementes del mundo para exigir por sus justos derechos laborales a Iquique. 

Llegan a duras penas a Alto Hospicio, y son recibidos duramente por el Ejército. Los revisan y requisan todo lo que puede ser considerado un arma. Les indican que sólo podrán bajar a Iquique cuando haya salido el sol. La gente de la ciudad, de dinero, están asustados ya que piensa que los salitreros destruirán todo su paso. Son llevados como ganado al Sporting de Iquique, Hipódromo donde descansan y se reúnen con el Intendente interino y él les pide que se organicen y entregue su petitorio para ir a hablar con los extranjeros dueños de las oficinas salitreras.

Este petitorio y una reunión con los representantes de los obreros salitreros no quedan en absolutamente en nada. Las autoridades y empresarios dicen que se deben esperar ocho  días para la respuesta desde el extranjero por parte de los dueños del salitre, así los trabajadores en tren deben volver a la pampa a trabajar. Esto no les gusta a los trabajadores que ya conocen las mentiras de los empresarios salitreros y autoridades y deciden quedarse en Iquique hasta que realmente se escuche su petitorio de mejores condiciones laborales, de vida y una remuneración acorde a sus labores. 

El líder obrero es José Brigg, un mecánico anarquista de la oficina Santa Ana, hijo de padres norteamericanos y secretario en la fundación de la delegación pampina de Huara - que a esas alturas, sin mostrarse demasiado, se había alzado como el cabecilla natural de la huelga.   

Se ofreció para alojar a los huelguistas por parte de la autoridades dos locales en un inicio: el Convento de San Francisco para los hombres y la Casa Correccional para las mujeres, pero fue rechazado. Luego fue el Regimiento Carampangue y Regimiento de Húsares, pero por parte de los huelguistas fue considerado francamente a prisión y fue rechazado. Como última opción fue designada la Escuela Santa María y fue aprobado por unanimidad por los huelguistas. 

Los propietarios de las salitreras dicen que el movimiento salitrero no es alegable, carece de toda justicia. Que además es perjudicial para el erario público, para la integridad del territorio y para la convivencia y el bienestar de la población. Trata a los trabajadores  de antipatriotas que ponen su salario por sobre los grandes intereses del país. Es un movimiento impopular.

Pero asimismo como iba desembarcando el contingente militar, más y más huelguistas siguen bajando de la pampa. Y a esas alturas de la semana ya no eran los cinco mil que marchaban de Alto de San Antonio, sino que iban bordeando las doce mil almas que, desperdigadas por todos los rincones del puerto, clamaban y reclamaban por un salario más equitativo y un trato más humano por parte de los industriales.

El Intendente llegado, viendo una forma de acabar con las movilizaciones de los trabajadores decide imponer  “estado de sitio”. Las cosas se ponen cada vez más difíciles para los movilizados. Algunos dirigentes sindicales son detenidos y subidos a los barcos en el puerto de Iquique. Los trabajadores son obligados a ubicarse en la Escuela Santa Maria y la Plaza Prat. No permitiéndoles en otros lugares poder reunirse, ni movilizarse. Ocurre la masacre dirigida por el General Roberto Silva Renard. Lo que describe nuestro escritor nortino es espeluznante, macabro, pueril, aterrador. La cantidad de trabajadores, mujeres y niños masacrados por las ametralladoras es incontable. La entrada de la Escuela Santa Maria se convierte en el paño de sangre, dolor y muerte. Masacre que más tarde o más temprano será cantada y contada al mundo entero, y el mundo entero sabrá que esta matanza perpetrada un 21 de diciembre de 1907, en los recintos de la Escuela Santa Maria de la ciudad de Iquique, fue la más infame atrocidad que recuerde la historia del proletariado universal. 

Hernán Rivera Letelier basa este hecho terrible de opresión de la clase trabajadora  chilena con sus relatos ficticios de amor, humanidad y picardía del obrero salitrero. Se observan elementos conocidos de la literatura de Riviera Letelier, como la prostitución y la bohemia. Además de colocar personajes reales de este hecho, como el General Roberto Silva Renard y Manuel Vaca, cuyo medio hermano vengó su muerte años después contra este General a cargo de las tropas que atacaron sin misericordia a este grupo humilde de trabajadores de la pampa nortina. 

Hernán Rivera Letelier detalla los hechos de este suceso  histórico cronológicamente con maestría y sencillez. Su pluma simple permite conocer este evento de nuestra historia, acallada por el desierto del tiempo, por la pampa del dolor y el esfuerzo. En lo personal, una novela histórica necesaria para entender los esfuerzos del proletariado para obtener lo justo. En una labor agotadora y peligrosa como era extraer el salitre de la pampa nortina, no era recompensada para nada para los trabajadores. El valor del caliche era ínfimo, el negocio total se lo llevaban los oficineros y no sé permiten libertades y condiciones humanas que hoy en día se consideran inaceptables. Ojalá cada joven chileno pudiera leer esta obra y conocer de forma interesante las luchas sociales de los trabajadores de nuestra nación. Imprescindible. 

Título: Santa María de las flores negras
Autor: Hernán Rivera Letelier 
Originalmente publicado: 2002
Idioma: Español
Formato: ebook
ISBN: -
Páginas: 288 páginas
Calificación: Imprescindible

domingo, 1 de octubre de 2023

Libro: Truman Capote - A Sangre Fría

Libro que es una novela de no-ficción sobre el el tragico asesinato de la familia Clutter, publicado en 1966. Herbert Clutter, su mujer Bonnie, y sus dos hijos adolescentes, Nancy y Kenyon, fueron hallados asesinados en su finca cerca de Garden City. Un domingo por la mañana cada uno fue descubierto atado, amordazado y con un tiro en la cabeza disparado con una escopeta del calibre doce.

Es 1959 en un pequeño pueblo agrícola llamado Holcomb, en la mitad de la nada, en el corazón geográfico de los Estados Unidos de América. Conocemos en un inicio como era la vida de la familia Clutter antes de su asesinato. De los problemas mentales y emocionales de la madre Bonnie, de la vida perfecta y llena de elogios de Herbert, la vida ocupada de la adolescente Nancy y la vida especial y casi solitaria de Kenyon. Al mismo tiempo conocemos los primeros pasos al hecho delictual primordial de esta obra de Richard Eugene Hickock - Dick - y Perry Edward Smith. Truman Capote nos escribe dónde y cómo se conocieron y cómo llegaron a cometer este espeluznante crimen.

Alvin Adams Dewey, encargado del caso Clutter estaba por lo tanto, por su experiencia para encarar un caso tan falto de motivo aparente, tan falto de indicios, como el asesinato de los Clutter. Más aún, se sentía obsesionado en descubrir al autor del delito como si se tratara de “una cuestión personal”. Dieciocho hombres en total se dedicaron en exclusiva al caso. Dewey lo tomó así ya que conocía a Herbert y su familia.

Cuatro asesinatos donde no se sabe el objetivo principal. Sólo el rango horario del crimen, desde las 23:00 a las 02:00 y que el señor Clutter había contratado un seguro de vida por $40,000, con doble indemnización prevista en caso de accidente o muerte violenta ocho horas antes de su trágica muerte. Aunque Dewey estaba más que seguro que no existía relación alguna entre este hecho y el delito. Para Dewey la teoría de dos personas era la más válida, pero la única duda se basaba en cómo podían existir dos mentes criminales tan sádicas y con rasgos psicópatas tan parecidas para tal masacre a la familia Clutter. Además contaba con dos partes parciales de huellas de zapatos sanguinolentos en la escena del crimen misma del señor Clutter.

De toda la gente que hay en el mundo entero, los Clutter son quienes menos probabilidades tenían de ser asesinados. Entrevistaron a todos los familiares. Una arista: una posible amante del señor Clutter, pero fue tajantemente olvidada. Bobby, el novio de Nancy, fue la última persona en verlos con vida y que se pensaba un móvil del crimen por la negativa del Herbert Clutter a la relación con su hija por ser ambas familias de religiones diferentes, ellos metodistas y la familia de Bobby católica. Imposibilitaba esto un futuro matrimonio de Nancy con él joven.

Dick y Perry comenzaron a estafar a tiendas con los cheques robados a Herbert Clutter. Compraban joyas y artículos de alta gama de la época y lo empeñaban para convertirlos en dinero. Su idea es viajar y tener una nueva vida en México, aunque son solo sueños, ideas, nada con los pies en la tierra y lógica aparente.

La experta realización de los crímenes constituye una prueba suficiente de que por lo menos un de ellos, de los asesinos, era dueño de una astucia y serenidad poco comunes y de que era, debía ser, una persona demasiado inteligente para haberse metido en semejante aventura sin un motivo calculado. Dewey y los demás detectives quieren y tienen que conocer a los Clutter mejor de lo que ellos mismos jamás llegaron a conocerse. Hasta ver un punto de contacto entre lo encontrado aquella mañana de domingo y algo que sucedió quizá cinco años atrás. La conexión. Tiene que haber una. Tenía que haberla.

Perry pensaba y decía a Dick que no creía que nadie pudiera salir así, con tanta facilidad de una cosa como esa. Los asesinatos. Así dando razón a su pensar, poco a poco, comenzaban a salir pistas: faltaba la radio portátil de Kenyon y fue encontrado extrañamente en un zapato el reloj de oro tan apreciado por Nancy.

Conocemos un poco más de la difícil vida de Perry, pero no justificando así los crímenes cometidos. Además la difícil vida como sheriff de Al Dewey obsesionado en el caso Clutter y cambia su rutina y vida diaria aquellos meses tratando de solucionar este puzzle policial. Dick Hickock y Perry Smith deciden a la larga abandonar la aventura en México luego de gastarse todo el dinero obtenido y de ver que económicamente es más rentable volver a los Estados Unidos que vivir en Ciudad de México de alguna ocupación y establecer una nueva vida.

La clave: Floyd Wells. Él, meses antes había hablado de la familia Clutter en la cárcel, como hacendados con mucho dinero a Dick Hickock . Todo se lo tomo como una broma hasta que días después del asesinato escucho por radio de la muerte trágica de la familia Clutter y pensó inmediatamente quienes podían ser los asesinos. Dudo en hablar con las autoridades de la cárcel, pero lo hizo y comenzó todo el trabajo policial y detectivesco para encontrar a los asesinos tan escurridizos de los Clutter.

Perry Smith, su familia y una maldición. Su madre había muerto de una coma etílico, luego de un tormentoso alcoholismo y sus hermanos Jimmy y Fern se habían suicidado luego de una prometedora vida. Bobo estaba aterrada de seguir con aquella maldición en su familia. Ahora era la señora Johnson, vivió una vida de ensueño, lejos de aquella precariedad afectiva y monetaria. Sabía que su hermano Perry Smith estaba en problemas grandes y se venía la maldición hacia él.

Dick Hickock y Perry Smith corren una carrera sin fin. Hasta que son atrapados por los hombres de Al Dewey el 30 de diciembre de 1959.

El interrogatorio a Perry Smith y Dick Hickock se concentró en un inicio en los cheques sin fondos realizados, y el quebrantamiento de la libertad bajo palabra. Pero el golpe fatal, lo que realmente los había movido 1.500 kilómetros desde Kansas City a Las Vegas era el asesinato de los Clutter. Ese interrogatorio poco a poco se debía concentrar desde el sábado por la tarde, a la tarde del domingo: 14 y 15 de noviembre de 1959. Dick Hickock fue el primero que atestigua que Perry Smith había matado a los Clutter y que él no había podido hacer nada para evitarlo. Hablan del paso a paso de entrar a la casa de los Clutter, de despertar y violentar al señor Clutter para que le dijera donde estaba la caja fuerte, pero no había absolutamente nada. Unos pocos dólares y nada más. Despiertan al resto de los integrantes y los encierran para luego en cada habitación dejarlos amordazados y así revisar con tranquilidad la casa de los Clutter.

Al final en las declaraciones que ambos debían firmar y que servirán para su juicio, Perry Smith se culpó del asesinato de los cuatro miembros de la familia Clutter. Aunque Al Dewey no estaba tan seguro de la veracidad de dicha confesión, sostienen la acusación y con eso o son ella, tenían bastante para colgarlos diez veces en la horca.

El tribunal, informado de que los acusados no tenían fondos para costearse asistencia legal, representado por el juez Roland H. Tate, nombró como representantes suyos dos abogados del lugar, Arthur Fleming y Harrison Smith. Ambos detenidos quedaron aislados uno del otro en celdas en muy buenas manos por los Meier vice-sheriff y su esposa en el piso cuatro del departamento de justicia del condado.

Los abogados de la defensa se entregaron a la opinión de un experimentado psiquiatra del hospital mental local, quien diagnosticó signos de una enfermedad mental en Perry Smith y creyó que las heridas previas de Dick Hickock en su cabeza habían afectado su comportamiento. Esta opinión no fue admitida en el juicio, sin embargo, porque bajo las leyes de Kansas el psiquiatra podía solo opinar sobre la salud de los defendidos al momento de cometer el crimen.

El jurado del juicio delibero en solo 45 minutos para encontrar a ambos Hickock y Smith culpables del asesinato. La decision del jurado trajo la pena de muerte. Aunque ambos culpables alegaron en la Corte Suprema de Justicia de EE.UU tres veces; cinco años después fueron ejecutados colgándolos en abril 14 de 1965. Hickock fue ejecutado primero y declarado muerto a las 00:41 luego de estar colgado 20 minutos. Smith lo siguió y fue declarado muerto a las 01:19.

Novela cruda e impactante, de fácil lectura que envuelve al lector con sus detalles. Detalles claros de los hechos, víctimas y criminales. Crea una nueva forma del trabajo narrativo periodístico, contando un hecho real con elementos de ficción. Para obtener esta información Truman Capote sólo utilizó su memoria; sin usar notas inmediatas a lápiz ni una cinta grabadora de voz para no predisponer al entrevistado y que todo fluyera en una conversación convencional. Notable novela en la larga lista de trabajos de Truman Capote, afamado periodista y escritor norteamericano. Una obra maestra, como novela de no-ficción y como trabajo de investigación periodística, al involucrarse de manera excepcional en caso de los asesinatos de la familia modelo norteamericana, los Clutter. Imprescindible.

Título: A Sangre Fría
Autor: Truman Capote
Originalmente publicado: 1966
Idioma: Español
Formato: ebook
ISBN: -
Páginas: 396 páginas
Calificación: Imprescindible